¡Atención, pueblo venezolano!
Desde el corazón del estacionamiento de un centro comercial, pasando por los portones de edificios clase media sobreviviente, hasta el banco donde nunca hay sistema…
¡Llega él!
El dictador de la semana: el vigilante que se toma su cargo como si le hubiesen dado el control del Pentágono.
Prepárate para rendirle honores, porque tiene pito, radio y la voluntad férrea de decirte que no puedes pasar, aunque estés parado en tu propia casa.
Nombre oficial:
Vigilante Juan «El Comandante» Pérez
Rango autoimpuesto:
General de División de la Reja, Guardián del Timbre y Jefe Supremo del Portón
Zona de poder:
- Entrada del edificio
- Cabina con ventilador sin hélice
- Banquito de madera con cojín de hace tres navidades
- Y por supuesto: el silbato, símbolo de su dominio ancestral
Frases célebres del dictadorcito criollo
“¡ESO NO SE PUEDE!” (aunque nadie le preguntó nada)
“¿Y usted pa’ dónde va?” (cuando te ve con cara de que tienes planes)
“Sin autorización, no entra ni el Espíritu Santo”
“Yo cumplo órdenes, pero aquí las órdenes las doy yo”
Spoiler: nunca sabes de dónde vienen esas órdenes, pero él las cumple con pasión bolivariana.
Actitudes típicas del dictadorcito de cabina
Obstáculo profesional
Tú vas caminando tranquilo y él se cruza de brazos con mirada de Rambo en misión especial, bloqueándote el paso con el pecho inflado y cara de “este terreno es mío”.
El inspector del delivery
Llega el motorizado con una pizza, y él lo recibe como si fuera un espía internacional.
“¿Y quién autorizó esta entrega de pepperoni?”
Le revisa la bolsa, le pide la cédula al motorizado, al repartidor y al pepperoni si es necesario.
El Sherlock Holmes del acceso
Tú llegas, sudado, cansado, cargado… y él:
“¿Usted vive aquí?”
Hermano, ¡llevo 8 años, tengo las llaves, y usted me vio ayer!
Pero no. Hoy le provocó ser detective.
Te interroga con tono de telenovela policial:
“¿Y si vive aquí, cómo se llama el perrito del 4B?”
Mentalidad militar de combate
Este pana tiene horarios estrictos que solo él entiende, leyes que nadie aprobó, y una bitácora mental donde guarda todo lo que haces.
Si saludas: sospechoso.
Si no saludas: enemigo del sistema.
Si sales con dos bolsas: seguro vas a revender.
Si te ríes por teléfono: estás conspirando.
Equipamiento de alto nivel táctico
- Linterna sin pilas
- Carpeta con papeles viejos de 2012
- Silbato que no suena, pero intimida
- Botas militares compradas en Catia
- Y una radio que suena más interferencia que comandos reales
Pero… ¿por qué se comporta así?
Hay teorías:
- Fue rechazado por la FANB y ahora busca venganza con los vecinos.
- Su verdadera pasión era actuar en Mi Prima Ciela, pero la vida lo mandó a la garita.
- Le dieron poder una vez y le gustó tanto, que ahora no suelta ni la lista del condominio.
Premio Dictador de la Semana
Le otorgamos, con honores que nadie pidió, el título de:
“Supremo Coordinador del Paso de Personas, Objetos y Mascotas”
Por su incansable labor de obstaculizar, desconfiar y asumir que todos somos potenciales invasores del estacionamiento.
Y sin embargo… lo queremos
Sí, se pasa de intenso.
Sí, jode más que el peo en cola para gasolina.
Pero también:
- Recibe paquetes cuando no estás
- Espanta borrachos de la entrada
- Se sabe todos los chismes de la torre
- Y a veces te lanza un “cuídese, mi pana” que se siente como el abrazo de papá ausente
Todos tenemos un dictador cerca… y puede estar en la portería
El poder corrompe.
Pero el silbato mal usado, corrompe más rápido.
Así que la próxima vez que el vigilante te diga:
“¡Eso no se puede!”
Respira, sonríe, y dile:
“Tranquilo, mi general, permiso concedido pa’ seguir viviendo.”
¿Tienes un vigilante con alma de dictador en tu edificio? No olvides: nunca subestimes a un hombre con silbato y silla plástica.