Skip to main content

Si quieres conocer el verdadero diccionario del venezolano, no busques en la Real Academia. Súbete a una camionetica. Ahí, entre el calor, el regaño gratuito y el sonido de las cornetas, se habla un dialecto criollo que no se enseña en el colegio, pero que todo el mundo entiende.

Bienvenidos al universo paralelo del transporte público venezolano, donde las frases son órdenes, advertencias, amenazas y hasta muestras de cariño pasivo-agresivo.

Las frases clásicas de la calle… que te gritan sin pedir permiso:

1. “¡Suba que se vaaaa!”

Traducido al lenguaje diplomático: «Apúrese o lo dejo botado sin remordimiento.»
No importa si el bus está arrancando, frenando o girando como en Rápido y Furioso versión Petare.
¡Suba! Y suba en movimiento, como Dios y la costumbre manda.

2. “¡Cobre el vuelto, que no soy cajero!”

Dicha por el chofer cuando ya pasaron 5 minutos y tú sigues esperando cambio.
Esto es básicamente decir:

“Mi trabajo es manejar, no administrarte tus lochas.”
Y si no cobras tú mismo el vuelto, te lo gastan en chicles, gasolina o paciencia.

3. “¡Aquí bajan, papá!”

El grito del copiloto (o del que va colgado en la puerta) para indicar que te bajes donde no hay parada, no hay acera y no hay frenos seguros.
Pero te bajas igual. Porque aquí no se discute, se baja y se da gracias.

4. “¡Esa puerta no se abre sola, mi amor!”

Una joya de la pedagogía camionetil.
Significa:

“No esperes tecnología. Aquí todo es manual, incluyendo tu dignidad.”
La puerta del bus se abre con fuerza, fe y un empujón del que va atrás.

5. “¡Dale pa’ tras que cabe!”

Clásico del copiloto cuando el bus va a reventar de gente, pero aún así…
siempre cabe uno más.
Es como un hechizo: apenas lo dicen, milagrosamente aparece espacio donde no lo había.

Bonus track: Frases filosóficas del chofer

  • Yo cobro pa’ ir, no pa’ venir.
    (Refiriéndose a que no va a devolverse por ti, ni por nadie).
  • ¡Móntense atrás, que esto no es limusina!
    (Para los que se quedan pegados en la puerta como garrapatas).
  • ¡No le griten al chofer, que yo también tengo problemas!
    (Un poquito de terapia con aire a gasolina).

El copiloto: maestro de ceremonia y DJ frustrado

Ese ser mágico que:

  • Cobra, grita, ordena
  • Cambia el billete de 5$ en caramelos
  • Y a veces te da más vuelto en insultos que en monedas

Es quien decide si el bus se para o no, si cabe más gente o no, y si suena reguetón o vallenato.

Fuera de contexto, estas frases no tienen sentido…

Pero aquí, en la jungla del transporte público venezolano, son poesía popular, son grito de guerra, son parte del soundtrack diario.

Imagínate esta escena en otro país:

— “¡Suba que se va!”
— “¿Perdón?”
— “¡Cobre el vuelto, que no soy cajero!”
— “¿Usted trabaja aquí…?”

No. Eso solo pasa aquí. En esta tierra donde el pasaje sube más que el bus, pero igual se vive con sabor.

Si no has oído estas frases, te falta calle

Porque el venezolano se forma entre cornetas, empujones, gritos al viento y frases que se heredan de generación en generación.
La camionetica no es solo transporte: es universidad popular, teatro rodante y circo criollo en movimiento.

Así que la próxima vez que alguien grite “¡Aquí bajan, papá!”, agradece estar en Venezuela, donde hasta el caos tiene banda sonora y frase célebre.