¡Esoooo, compadre! 😎 Ahora sí nos vamos pa’ la playa, pa’ Choroní, pa’ Tucacas, pa’ cualquier costa venezolana donde el sol pega duro, el mar te llama y lo único que se te atraviesa entre un chapuzón y otro es… una empanada calientica, frita y bien rellena de carne molida con ají dulce. ¡Papá, eso es patrimonio nacional!
Esta receta no es solo pa’ comer, es pa’ transportarte directo a una venta improvisada en la orilla del mar, donde una doña con un sartén más viejo que tú te dice:
“Pasa pa’ que te lleves una de carne con guasacaca, mi amor”
Y tú no puedes decir que no.
Preámbulo costeño pa’ que te ambientés
Las empanadas venezolanas son como los panas de verdad: confiables, sabrosas y siempre están ahí cuando más las necesitas. En especial, las de carne molida con su sazón caribeño, sus verduritas, su cominito, y por supuesto, ese ají dulce que le da el saborcito inconfundible de nuestras cocinas.
La empanada frita es religión. Masa de maíz, bien finita, crujiente por fuera, suave por dentro, rellena con generosidad. Nada de miserias. Y si le echas guasacaca encima o la mojas en un picantico casero… hermano, eso es felicidad nivel Dios.
Ingredientes pa’ unas 10 empanadas con alma
Para la masa:
- 2 tazas de harina de maíz precocida (la de toda la vida, Harina P.A.N.)
- 2 ½ tazas de agua tibia
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de aceite o manteca (opcional, pa’ más suavidad)
- Un toque de cúrcuma o onoto (si quieres que queden amarillitas playeras)
Para el relleno de carne:
- 400 g de carne molida
- 1 cebolla mediana
- 1 pimentón rojo
- 3 o 4 ajíes dulces (¡que no falten, por el amor a Simón Díaz!)
- 2 dientes de ajo
- 1 tomate maduro
- 1 cucharadita de comino
- Sal y pimienta al gusto
- Aceite para sofreír
Para freír:
- Aceite vegetal (suficiente pa’ que naden, como si estuvieran en Playa El Agua)
Preparación paso a paso, sin apuros, como en la playa
aso 1: El Relleno que te lleva a la gloria
- Pica todo finito: cebolla, pimentón, ají dulce, ajo y tomate. Si tienes un procesador, buenísimo. Si no, a cuchillo limpio como se ha hecho siempre.
- Sofríe con cariño: en una sartén, pon un chorrito de aceite, y sofríe primero la cebolla, luego el ajo, el pimentón, el ají y por último el tomate.
- Agrega la carne molida: échala en el sofrito, revuelve bien y cocina hasta que esté bien cocida. Que no quede agua, pero tampoco seca. Le echas comino, sal y pimienta al gusto. Cocina unos 15 minuticos y apaga el fuego. ¡Ya huele a playa!
Paso 2: La Masa que cruje y enamora
- En un bol grande: mezcla el agua tibia con la sal y, si quieres, un chorrito de aceite. Agrega poco a poco la harina de maíz, mezclando con las manos hasta que tengas una masa suave, que no se pegue y que puedas moldear. Si está muy dura, más agua; si está muy floja, más harina.
- Descansa la masa: déjala reposar 5 minuticos tapada con un pañito húmedo. Así agarra cuerpo y se pone obediente.
- Haz bolitas: de tamaño mediano, como una mandarina más o menos.
Paso 3: Armar la empanada (el arte de lo sabroso)
- Plástico antipegue: agarra una bolsa plástica limpia, ábrela por la mitad y úntala con un pelín de aceite.
- Coloca la bolita: en el centro, aplástala hasta formar un disco finito, pero que no se rompa.
- Rellena con generosidad: pon una cucharada (o dos, si te sientes rumbero) de carne molida en el centro.
- Dobla y sella: con la misma bolsa, cierra la empanada en forma de media luna. Usa un platito o la tapa de una olla pa’ cortar el borde y que quede bien bonita. Aprieta los bordes con los dedos si hace falta.
Paso 4: ¡A freír se ha dicho!
- Aceite caliente pero no humeando: pon suficiente aceite en una olla o sartén hondo y caliéntalo bien.
- Fríe con amor: echa las empanadas de a poquito, sin apurar. Dales vuelta hasta que estén doraditas por ambos lados.
- Papel absorbente: sácalas y ponlas sobre servilletas pa’ quitar el exceso de aceite. (Aunque igual uno se chupa los dedos después, pa’ qué vamos a mentir).
Paso 5: La guasacaca o el picante, ¡que no falte!
Si tienes guasacaca, échale su buena cucharada por encima. Si tienes un ajicito picante casero, también va. Y si no tienes nada, igual va pa’ dentro con hambre playera.
Tips playeros de abuela sabanera:
- ¿La masa se te rompe? Échale un pelín más de agua y vuelve a amasar.
- ¿El relleno quedó seco? Agrega un poquito de caldo o salsa de tomate.
- ¿Quieres que queden amarillitas? Usa una cucharadita de onoto en el agua o sofríe un poquito de onoto en aceite y agrégalo a la masa.
- ¿Te quedó carne? ¡Haz arepas al día siguiente con ese guiso y te casas contigo mismo!
Estas empanadas son más que un simple desayuno o merienda. Son recuerdos. Son playa, autobús playero, papá con cava, mamá con protector solar, la abuela sentada bajo una sombrilla gritando: «¡no se vayan tan lejos!».
Son cultura comestible. Si estás fuera de Venezuela, hacer empanadas es como prender una fogatita de identidad. Y si estás dentro… bueno, es como abrazar lo que somos: sabrosos, alegres, inventores y empanaderos de corazón.