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Florida, EE. UU. En una noticia insólita que parece sacada de un guion de comedia, la policía de Florida arrestó a un hombre por, literalmente, discutir con su loro. Según los reportes, el hombre estaba tan molesto con las respuestas del loro que la discusión escaló hasta tal punto que la policía tuvo que intervenir. El loro, por su parte, parecía tener su propia agenda, ya que no paraba de gritar cosas como “¡Pide el CLAP, pues!”.

“Yo solo le estaba pidiendo que se callara un rato, pero ya se había vuelto una batalla de voces. Me dijo que estaba ‘hablando mucho’, y me tocó poner orden”, relató el hombre, quien ahora está enfrentando cargos por lo que podría considerarse una «conversación subida de tono» con su mascota emplumada.

En Venezuela, esto no es un arresto, ¡es una terapia emocional!

Mientras que en Florida la policía intervino para evitar la «guerra verbal» entre un hombre y su loro, en Venezuela, esta es la terapia más común. Sí, ¡así como lo oyes! Aquí, tener un loro no solo es para compañía, sino para desahogarse de los problemas del día. El loro se convierte en el mejor terapeuta gratuito: no te juzga, te escucha, y si le hablas suficiente, seguro te lanza una que otra “recomendación” para resolver los problemas de la vida.

“¿Te peleaste con la esposa? No importa, tu loro te dirá: ‘¡Que te lo mande el CLAP!’ y todo estará bien”, comentó un venezolano en su experiencia de “psicoterapia con plumas”.

La terapia de los loros: entre ‘¡Ay, papá!’ y ‘¡Pide el CLAP, pues!’

En Venezuela, el loro es más que un animal doméstico. Es, de hecho, una pieza clave del bienestar emocional. Si sientes que el día no va bien o te tocó hacer una cola interminable para conseguir comida, simplemente te sientas frente a tu loro, le cuentas tus penas, y esperas la sabiduría que solo ellos pueden ofrecer: «¡Ay, papá!» o, la clásica, «¡Pide el CLAP, pues!».

«La discusión con el loro es como un desahogo», explica un usuario en Twitter. «Él me dice lo que nadie se atreve a decirme, y yo le devuelvo la pelota con un buen ‘¡yo no fui!'».

No hay discusión más sana que esta, y lo mejor de todo: no hay arrestos ni policías involucrados, solo mucha risa y un par de consejos no solicitados. ¡Y qué mejor manera de aguantar el calor y la incertidumbre que hablando con un loro! Si hasta los loros se han convertido en nuestros asistentes emocionales oficiales.

«¡Pide el CLAP, pues!» – la voz de la razón criolla

Si te atreves a preguntar al loro sobre la situación económica o política del país, la respuesta será contundente: «¡Pide el CLAP, pues!». El loro tiene sus prioridades claras, y si lo que necesitas es un paquetico de comida, aunque sea para el almuerzo, sabes que ¡la solución es el CLAP!. En lugar de acudir a la terapia tradicional, el venezolano encuentra consuelo en estas respuestas de puro sentido común.

«Mi loro me lo dijo claro, ¿pa’ qué ir a psicólogo si con una palabra lo resuelvo todo?», bromeó una vecina mientras se echaba a reír, convencida de que su loro tenía más claridad mental que muchos seres humanos.

El único arresto posible en Venezuela: el del que no sabe pedir el CLAP

En Venezuela, si alguien fuera arrestado por discutir con su loro, probablemente se ganaría una ovación. Después de todo, la terapia emocional de los loros es tan efectiva que muchos consideran que el único arresto posible sería el del que no sabe pedir el CLAP o el que se niega a reconocer que, en los tiempos difíciles, los loros también son parte de la solución.

¿Discutir con un loro? En Venezuela, eso es solo una terapia criolla.

Mientras que en Estados Unidos la policía arresta a los que se pelean con sus loros, en Venezuela, esos loros son los consejeros que todos necesitamos. Así que, si alguna vez te encuentras discutiendo con tu loro, ¡no te preocupes! Es solo un día más en la vida del venezolano que ha encontrado en los loros el mejor soporte emocional. Y si alguien te dice que no se puede discutir con un loro, simplemente responde con un «¡Pide el CLAP, pues!» y deja que tu loro te dé el sabio consejo.