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¿Te sientes abrumado por la crisis económica? ¿Temes que tus visitas al supermercado se estén convirtiendo en pruebas de resistencia emocional? No temas, porque hemos creado la guía definitiva para no morir de risa (o de desesperación) en tiempos de crisis. Te ofrecemos los mejores “consejos” para navegar la economía venezolana con una sonrisa en el rostro, incluso cuando tu cartera se está quedando más vacía que la nevera.

Consejo 1: El paseo del supermercado – ¡No compre nada y sálvese del estrés!

Si quieres evitar el colapso nervioso, nada como hacer un “paseo” por el supermercado. Sí, solo pasear. Imagínate como si estuvieras en un museo. Puedes admirar los productos, contemplar los precios, pero nunca comprar nada. Esta estrategia te permite mantener tu dignidad intacta y, lo mejor de todo, no gastas ni un centavo. Pro Tip: Si alguien te pregunta por qué no compras nada, puedes responder con una sonrisa irónica: «Solo estoy mirando, el precio aún no ha terminado de subir.»

Consejo 2: Hagamos del trueque un arte

Con la inflación por las nubes, comprar es cosa del pasado. ¿La nueva moda? El trueque. ¡Vuelve al siglo XVIII y empieza a intercambiar! ¿No tienes arroz? ¡Ofrece un kilo de azúcar! ¿No tienes azúcar? Bueno, siempre puedes cambiar una sonrisa por la esperanza de que te presten un poco. Pro Tip: Practica frases como “¿Te puedo cambiar esta botella de aceite por dos sonrisas y un abrazo?” Funciona mejor de lo que crees.

Consejo 3: “La nevera vacía como estilo de vida minimalista”

¿Por qué sufrir porque tu nevera está vacía? ¡Adopta la moda del minimalismo! Las redes sociales están llenas de personas que promueven un estilo de vida sin excesos. Pues bien, tú estás en la cima de la tendencia: tu nevera vacía no es pobreza, es una declaración de estilo. Pro Tip: Tómale una foto a tu nevera y súbela a Instagram con el hashtag #MinimalistaEnCrisis. ¡Serás la envidia de todos!

Vivir en una economía en crisis no es fácil, pero con un poco de humor y creatividad, puedes enfrentar cada día con una sonrisa. Porque si algo hemos aprendido en Venezuela es que, aunque no podamos controlar la economía, al menos podemos reírnos de ella.