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¡Atención, amantes del guacamole! La noticia ha caído como un balde de agua fría: el precio del aguacate ha alcanzado niveles tan altos que hacer guacamole podría convertirse en un acto de lujo digno de la realeza.

Mientras en México y Estados Unidos la gente se desespera por encontrar el aguacate perfecto, nosotros, los venezolanos, nos reímos entre dientes recordando cómo nuestros abuelos manejaban la situación con un ingenio digno de un premio Nobel.

El guacamole criollo

Para muchos, hacer guacamole ha sido una tradición. Pero, ¿quién necesita aguacates cuando tienes un buen tomate? En Venezuela, simplemente aplastamos un par de tomates, les agregamos un poco de cebolla y cilantro, y voilà, ¡tenemos una «salsa criolla» que hace que el aguacate se sienta celoso! “¿Guacamole? ¡Eso es solo un capricho!”, dirían nuestras abuelas mientras preparan un plato de arepas.

La búsqueda del aguacate

Imagina la escena: un grupo de amigos sale en búsqueda del aguacate ideal, como si estuvieran en una misión de la NASA. El meme muestra a una familia armada con linternas y un mapa, buscando un aguacate perdido en el supermercado. La leyenda podría ser: “Cuando tu amigo dice que encontró aguacate, y tú no sabes si llorar de felicidad o desmayarte de la impresión”.

La dieta de arepas

Con la crisis del aguacate, la «dieta de arepas» podría convertirse en la nueva tendencia. Sin aguacate, es hora de celebrar el legado de la arepa. “¿Aguacate en el desayuno? ¡Nah! Mejor arepa con queso y un toque de sabor criollo”, dirían los abuelos.

Así, el aguacate, que antes era la estrella de las fiestas, se convierte en un artículo de lujo que solo aparece en las mesas de quienes pueden permitírselo. ¡No te sorprendas si en la próxima fiesta de cumpleaños, el aguacate aparece en la lista de regalos!

Mientras el mundo sufre por la crisis del aguacate, los venezolanos encontramos la risa en la adversidad y la creatividad en la cocina. ¿Qué importa un aguacate caro cuando puedes disfrutar de una buena arepa? Así que, a seguir disfrutando de lo que la tierra nos ofrece, con un guiño y una sonrisa, y recordemos que la verdadera riqueza está en nuestras tradiciones y en el sabor de nuestros platos. ¡A comer arepas, que el guacamole se lo dejen a los que pueden!