El transporte público en Venezuela no es solo un medio para moverse de un punto A a un punto B. Es una experiencia espiritual, un ejercicio de fe, y sobre todo, una prueba de agudeza mental. Porque en este país, montarse en una camionetica es fácil. Lo difícil es saber dónde carrizo te tienes que bajar.
Todo empieza con la frase clásica: «¿Por aquí no pasa el que va pa’ Petare?»
Y ahí comienza la odisea. El colector dice que sí, pero nunca explica por dónde exactamente. Tú asientes con esperanza, te montas, pagas el pasaje (en efectivo, en monedas de diez o con una miradita de «te pago al final»), y te lanzas al viaje confiando en tu instinto… o en algún santo de transporte.
El misterio del punto de bajada
Una de las principales características del transporte público en Venezuela es que las paradas no existen como tal. A veces hay señales, pero nadie las respeta. Tú te bajas donde te da la gana o donde el chofer te mire con cara de que es suficiente.
Entonces llega el momento del suspenso:
«¿Bajo aquí o más adelante?»
Ese “más adelante” es un universo. Puede ser tres cuadras, diez minutos de tráfico o dos municipios más lejos. Si preguntas, nadie te responde claro. Te dicen frases como:
- «Eso depende del chofer»
- «Tú ves una bomba y te bajas después»
- «Cuando veas una panadería con toldo azul, ahí es»
- «Yo me bajo aquí porque me gusta caminar»
Y tú, con cara de perdido, decides quedarte un ratico más, “pa’ estar seguro”. Spoiler: terminaste en el terminal.
Técnicas de supervivencia para saber cuándo bajarte
En esta jungla de rutas, estas son algunas tácticas criollas que se han perfeccionado con los años:
1. Bajar con el gentío
Cuando veas que medio autobús se levanta, tú también te paras, aunque no sepas por qué. Lo más probable es que ese sea el punto clave del barrio.
2. El «voy viendo»
Si vas por primera vez, te sientas cerquita de la puerta y vas mirando por la ventana con la concentración de un francotirador. Apenas veas algo conocido, gritas: “¡Aquí mismo, hermano!”
3. Preguntar a la doñita
Siempre hay una señora con pinta de conocer hasta los baches del camino. Le dices bajito: “Disculpe, ¿por aquí no queda la clínica?”, y ella te da toda la historia del sector y una recomendación para comprar empanadas.
Las señales que te dicen que te pasaste
Si estás solo en la camioneta, y el chofer te mira por el retrovisor como preguntándote qué haces ahí, es porque te pasaste.
Si ves monte y casas sin pintar, te pasaste.
Si el colector te dice: «Tú no dijiste que te bajabas por el centro, ¿verdad?», definitivamente te pasaste.
Y ahí es cuando aplicas la técnica del «me bajo dignamente y me devuelvo a pie», tratando de no parecer perdido.
¿Y el chofer? ¿Ayuda? Más o menos.
Los choferes del transporte público en Venezuela tienen su propio idioma. Si les dices: “Hermano, ¿me avisa cuando lleguemos a la plaza?”, te responden:
- «Sí, sí, tranquilo»
Y no te dicen nada.
O peor, te avisan tres cuadras después: - «Tú no dijiste que te bajabas en la plaza?»
Es parte del rito. Parte del entrenamiento.
Bonus: Frases típicas del transporte venezolano
- “¡Bajan por la puerta de atrás!”
- “¡Más pa’ dentro que ahí caben diez más!”
- “¡Un pasito pa’ allá, señor, que la unidad está full!”
- “¡Cinco lochas, señora, suelte los reales!”
- “¡Montando, montando que nos vamos!”
- “¡No tengo vuelto, mijo, págame al final!”
El transporte público en Venezuela es un reflejo perfecto de nuestra viveza, improvisación y resistencia. Puede que no tengas idea de dónde bajarte, pero igual llegas. Porque como buen venezolano, siempre resuelves. Y si te pierdes… bueno, aprovechas y conoces el barrio. Quién quita que hasta termines encontrando una buena empanadería.
¿Te has pasado de tu parada alguna vez? ¿Te dejaron en la punta del cerro por no saber gritar a tiempo? Cuéntalo en los comentarios. Y recuerda: en el transporte público venezolano, el que no pregunta, termina en otra parroquia.