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La historia de tomar una camionetica en Venezuela es un relato épico de incertidumbre, fe y paciencia. Desde el momento en que pones un pie en la unidad, te embarcas en una aventura que involucra mil dudas, risas nerviosas y, por supuesto, la eterna pregunta: ¿dónde me bajo?

¿Quién no ha vivido el caos de subirse a una camionetica y pasarse dos o tres paradas (o más) por no saber en qué momento gritar “¡aquí es!”? Si lo piensas bien, ese es un rito venezolano tan auténtico como el arepazo de la tarde. Vamos a ver cómo se desarrolla esta historia de nunca saber en dónde bajarse.

La ansiedad del primer paso

Te subes a la camionetica, pagas el pasaje (que no siempre es exacto) y te sientas a la espera de que el colector te indique cuando “más adelante” es el lugar adecuado. Pero lo cierto es que nunca hay certeza, y aquí empieza el primer problema: ¿Cuándo es “más adelante”?

Es en ese momento cuando tu memoria empieza a hacer cálculos locos, te empiezas a preguntar si estás cerca de tu destino o ya te fuiste directo al fin del mundo.
En el fondo sabes que las indicaciones de los choferes son más confusas que la película de Inception, pero el real truco está en saber cuándo “parar el carro” para no pasar tu destino y acabar en otra parroquia.

Las frases más temidas de los choferes

Cada viaje tiene sus frases clásicas, esas que nos acompañan como parte del «ritual» de la camionetica. Es como si el conductor tuviera una sección del día en la que lanza estos encantamientos. Algunas de las más míticas son:

  • «¿Te vas a bajar en la próxima?» – Esta es la pregunta más aterradora. Porque tú, con toda la fe, respondes que sí, pero luego te das cuenta de que “la próxima” es un concepto relativo.
  • «Eso depende del tráfico» – Y claro, siempre que un chofer te dice esto, sabes que la parada ideal no existe. Si el tráfico está a tu favor, llegas rápido. Si no… prepárate para un recorrido más largo de lo esperado.
  • «¿Para dónde vas?» – Esto es lo más común, pero también el inicio de tu destino incierto. La pregunta es tan abierta que puedes responder “pa’ donde caiga” y el chofer sigue con su vida sin inmutarse.
  • «Mire, ya va, no puedo pararme ahí, el semáforo no está a mi favor» – Esta frase la escuchas cuando el conductor simplemente no quiere detenerse donde le pediste, y su excusa es tan válida como que el sol está muy fuerte.

La eterna duda: ¿Bajo aquí o sigo más?

Cuando estás en ese estado de confusión total, la única estrategia es mirar a los demás pasajeros. Si todos se quedan sentados, tú te quedas sentado. Pero si ves que alguien se para, con el coraje y el saber del experto, ¡es hora de seguirlo!

La regla es simple: si no sabes cuándo parar, hazlo cuando los demás lo hagan. Ese es el código de supervivencia de la camionetica venezolana.

Técnicas de resolución

Aquí, como en todo en la vida, hay maneras de afrontar el problema:

1. El “pido permiso”

Uno de los trucos más efectivos es preguntarle a alguien de confianza en la unidad. Puede ser la señora del asiento de atrás o el señor que siempre se baja en el mismo lugar. Esa persona siempre sabe cuándo es “el momento”.

2. El “espero el gentío”

Es la estrategia de los expertos. Cuando ves que el colectivo comienza a vaciarse, sabes que es hora de que te pongas de pie, y si el chofer no te ha avisado, simplemente di “¡Aquí!”.

3. El “me arriesgo y me bajo ya”

Esa es para los valientes, los que ya están hartos de andar dando vuelta. Si te bajas y resulta que te pasaste de la parada, bueno, te inventas una excusa creativa. Lo bueno es que en Venezuela todo se resuelve caminando.

El arte de pedir que te avisen

Y si ya eres un verdadero veterano, tienes en tu poder el arte de pedir que te avisen. En este país, pedirle a un chofer o colector que te avise cuando llegues a tu parada es casi una ceremonia de respeto mutuo. Pero no te preocupes, siempre tendrás ese típico colector que te grita desde lejos: «¡Ahí es!», aunque tú estés en otro continente.

Las consecuencias de no saber en dónde bajarse

Lo peor que puede pasar es que te pases del punto y, al final, llegues a un lugar que no tenías en mente. ¿Y qué haces? A veces, nada. Te quedas allí, disfrutas el paisaje y sigues buscando tu parada siguiente, con los nervios de un explorador en tierras lejanas. Otras veces, decides hacer el «tour criollo» y preguntar a un transeúnte “¿Pa’ dónde está este?”

La camionetica, un viaje sin mapas

En resumen, viajar en transporte público en Venezuela es como entrar a una dimensión paralela. Siempre es una aventura, un ir y venir, un perderse para luego encontrarse. Hay incertidumbre, pero también un vínculo de resistencia y comunidad que nos une como venezolanos.

Lo bueno es que no importa si te pasas, siempre habrá una próxima oportunidad. Y lo mejor de todo: ¡la próxima parada, casi siempre, es más cercana de lo que imaginas!

¿Te has pasado de parada alguna vez? Cuéntanos cómo resolviste tu “incidente” de la camionetica y qué frase del colector te hizo reír.