En un giro dramático digno de una telenovela, la saga del avión presidencial venezolano ha tomado un rumbo inesperado que ha dejado a todo el mundo con la boca abierta. Estados Unidos ha «secuestrado» el avión presidencial de Nicolás Maduro, un Dassault Falcon 900EX, tras descubrir que la adquisición de esta lujosa nave violaba múltiples sanciones internacionales.
El aparato, bautizado cariñosamente por el gobierno como «Alitas», estaba en una misión secreta para recoger un cargamento de sancocho dominicano cuando fue interceptado por agentes federales disfrazados de turistas mochileros. ¡Así como lo leen!
La operación fue tan sigilosa que ni el mismo piloto se dio cuenta hasta que ya era demasiado tarde. Mientras el avión estaba a punto de despegar, los agentes de Homeland Security, que fingían tomarse selfies y pedir consejos de viaje a los empleados del aeropuerto, irrumpieron en la cabina con la excusa de que querían un tour privado del jet. Pero en lugar de admirar los asientos de cuero y los acabados dorados, sacaron sus placas y se llevaron «Alitas» directo a Fort Lauderdale, donde ya tenían preparada una pista con carteles que decían «Bienvenido al Sueño Americano, Señor Jet».
Mientras tanto, en Miraflores, Nicolás Maduro se preparaba para dar su próximo discurso desde las alturas, con una vista panorámica de la patria y un eco perfecto para sus palabras. Sin embargo, al enterarse de que «Alitas» había sido raptado, el líder venezolano tuvo que abandonar sus sueños de volar alto y, en su lugar, optó por un transporte más «terrenal». Fuentes cercanas al gobierno han confirmado que Maduro ahora considera la Línea 2 del Metro de Caracas como su nueva alternativa de transporte diplomático. Aunque no es tan glamoroso como su jet, asegura que es una experiencia «más cercana al pueblo». ¡Qué ironía!
El gobierno venezolano, sin perder tiempo, ha salido a la ofensiva, acusando a Estados Unidos de ser fanáticos de «Rápido y Furioso» en la vida real. «¡Nosotros también podemos jugar a lo rápido y furioso, pero con guaguas y carritos por puesto!», exclamó un alto funcionario entre risas nerviosas. Por supuesto, la respuesta oficial no se quedó ahí. Según fuentes internas, ya se está preparando una nueva versión de «Misión Imposible: Operación Recupera alitas», donde un equipo élite de choferes de autobuses y motorizados intentará traer de vuelta al jet presidencial en una épica travesía desde Florida.
Por otro lado, el pueblo venezolano no ha dejado pasar la oportunidad de hacer mofa de la situación. Las redes sociales se inundaron de memes y chistes sobre cómo el avión presidencial, en lugar de volar hacia el destino planificado, terminó en una pista en Miami, quizás buscando asilo político. Algunos incluso bromean diciendo que el avión decidió por sí mismo cambiar de piloto, harto de las constantes turbulencias políticas en las que estaba envuelto.
Con todo este alboroto, queda claro que el secuestro de «Alitas» se ha convertido en el evento mediático del año, con capítulos que parecen sacados de una serie de Netflix. Lo único cierto es que mientras Maduro sigue buscando formas creativas de moverse por el mundo, el pueblo venezolano ya está sacando provecho de esta situación, demostrando una vez más que, a falta de aviones, lo que sobra en Venezuela es humor.