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Caracas, Venezuela. En lo que muchos llaman una hazaña sin precedentes y otros, una tortura con sombra, un venezolano logró sobrevivir a 7 horas continuas de cola, sin perder la paciencia, sin gritarle a nadie y, lo más sorprendente, sin desmayarse por falta de comida. Aunque sí salió con un leve tic nervioso y un trauma olfativo a chicha caliente.

La cola, según fuentes imaginarias cercanas al suceso, se originó frente a un banco que abría a las 8:30 a.m. pero que, por razones misteriosas (y porque «el sistema se cayó»), terminó atendiendo a la primera persona a eso de las 11:47 a.m.

Testimonios exclusivos: como en un noticiero serio, pero con más chistes

Roberto Luis Pérez, el héroe anónimo de esta gesta, declaró con ojos perdidos en el horizonte y voz temblorosa:

“Yo pensé que era una rumba, porque había sillas plásticas, gente con parlante y hasta alguien vendiendo empanadas. Pero no, era la cola del banco para actualizar los datos.”

Su esposa, visiblemente afectada, confesó que lo perdió en la cola:

“A las tres horas dejó de responder. Solo repetía ‘clave dinámica… clave dinámica…’ como si estuviera poseído. Fue horrible.”

La ciencia detrás del fenómeno: ¿cómo no enloquecer en una cola venezolana?

Expertos ficticios del Instituto Nacional de la Paciencia y el Colapso Mental (INPACOM) aseguran que el cerebro del venezolano se ha adaptado evolutivamente a soportar largas colas. “Lo llamamos resiliencia en cola,” dijo un científico que prefiere mantenerse en el anonimato por si le toca hacer cola para conseguir su carnet del colegio de científicos.

Según sus estudios, el truco para sobrevivir está en:

  • Hacer amistades en la cola (mínimo dos personas para rumbear el trauma).
  • Llevar snacks estratégicos: catalinas, agua caliente y un tobo por si la cola es de gasolina.
  • Prepararse psicológicamente para escuchar las 4 mismas historias de “cuando esto no era así”.

Tipos de colas analizadas en el estudio

Porque no es lo mismo hacer cola por pan que por pasaporte:

  1. Cola de gasolina: Aquí se mide la fe del ser humano. Hay quienes llevan sillas, carpas y hasta juegos de dominó. Hay rumores de un tipo que crió un hijo mientras hacía una.
  2. Cola del banco: Un viaje al purgatorio criollo. Incluye señoras peleando por el número y gente que llega a las 3 a.m. “por si acaso”.
  3. Cola del SAIME: Nivel Dios. Uno entra joven y sale con arrugas. Hay quienes aseguran haber conocido sus vidas pasadas mientras esperaban.
  4. Cola para comprar harina PAN (época 2015-2017): Un clásico. Trauma colectivo nacional. Muchos aún tiemblan al ver una bolsa amarilla.

Frases clásicas que solo oyes en la cola

  • “¿Quién es el último?”
  • “Yo estoy después de la señora de blusa rosada, que fue a comprar agua.”
  • “No vale, esto va rápido.” (Mentira descarada)
  • “Aquí siempre es así, pero uno se acostumbra.”
  • “Esto antes no pasaba, chico…” (Dicho por todos, siempre)

Somos expertos en colas, pero no por gusto

En otros países, hacer cola es cuestión de minutos. En Venezuela, es parte de la cultura. Parte del trauma colectivo. Parte de las anécdotas que después contamos entre risas, aunque por dentro lloremos un poco.

Sobrevivir una cola en Venezuela es un arte, una ciencia y, para muchos, un motivo para tomarse tres días libres. Pero hey, si saliste vivo de una cola del banco, del SAIME o de gasolina… ya puedes sobrevivir cualquier cosa, incluso una reunión familiar con karaoke.